Los Siete Lagos es un trekking en las Montañas Fann. Por lo general se ofrece en los viajes organizados a Uzbekistan como una extensión de uno o dos días desde Samarcanda. Quienes lo contratan de ese modo salen en furgoneta desde Samarcanda, cruzan la frontera a Tayikistan, pasan Panjakent hasta llegar a Shing y hacen todo el ascenso del valle en sus furgonetas pasando por todos los lagos. Almuerzan en alguno de los lodge que hay en el camino y regresan a Samarcanda al final del día.
Para nosotros, que ya estábamos en Tayikistan, suponía la oportunidad de cambiar de actividad durante unos días. Dejar la bicicleta y caminar un poco. El culo y los pies descansan pero también descansa la mente. Por eso nos decidimos por la opción de hacerlo en 3 días. La diferencia radica en que en lugar de hacerlo en coche, lo hacíamos a pie desde Shing hasta el séptimo lago ida y vuelta.
Las montañas Fann son impresionantes. Escarpadas y secas. Umed negoció con los propietarios del supermercado de Shing un lugar para las bicicletas y las acabamos dejando en una cancha deportiva cubierta que había en el interior de un enorme granero. Luego seguimos en el microbús hasta un poco más arriba y antes de alcanzar el primer lago nos dejó en la carretera. A partir de ahí subimos andando y ya se intuía un poco cómo iba a resultar el camino.
No es el típico trekking en el que avanzas por un sendero en el campo, rodeado de vegetación y exuberantes paisajes sino que asciende por la misma carretera de tierra por la que suben las furgonetas que vienen desde Samarcanda cargadas de turistas. Por lo que, aunque el paisaje merece la pena, el camino le quita un poco de su encanto.
El primer día llegamos por la tarde y nos dio tiempo de ascender hasta el cuarto lago, donde está ubicada la casa de la Familia Najmiddin. Estuvimos un rato para arriba y para abajo porque Umed no conocía la ubicación exacta. Luego nos dimos una ducha, cenamos y nos acostamos en una habitación cuádruple. El sitio más que una casa es un albergue y estaba lleno de gente, incluso había una pareja de catalanes que viajaban por Tayikistan desde hace un mes.
A la mañana siguiente, cuando todos habían salido ya en sus furgonetas nosotros reemprendimos la marcha a pie. El camino hasta el Sexto lago solo nos llevó 3 horas.
Atravesamos algunos pueblos muy sencillos en el que puedes ver cómo vive y cómo trabaja la gente. Vimos trillar el cereal como nuestros abuelos nos contaban que se hacía… pasando los burros por encima un millón de veces.
Intentábamos imaginar la vida allí en invierno, no lo conseguíamos, pues nos parecía imposible sobrevivir en un lugar como ese… dado el frío, la inaccesibilidad, lo abrupto del terreno y las condiciones de las viviendas.
Todavía no llegaban las furgonetas desde Samarcanda por los que el ascenso fue tranquilo. Llegamos a Sexto Lago a medio día. Hay un alojamiento muy precario en la cabecera del Lago. El Sem Ozer Tourist Base. Tienen camas pero a nosotros nos alquilaron unas tiendas de campaña para dormir junto a la orilla.
Así que teníamos toda la tarde libre para darnos un chapuzón en el lago, comer, descansar y montar las tiendas… y eso fue lo que hicimos.
El agua del lago estaba helada pero fue un baño delicioso. Para el almuerzo Umed llevaba en su mochila un pollo asado congelado que, con el calor del día ya se había descongelado, y eso fue lo que comimos.
Luego montamos las tiendas que recordaban a los típicos Tipi de los indios americanos pero en su versión moderna y cuando ya oscurecía, cenamos en el campo base, al que habían llegado un grupo de rusos para pasar la noche. La cena estuvo bastante bien y luego, con nuestras linternas, nos fuimos directamente a la cama pues no había mucho más que hacer.
Los rusos estuvieron un buen rato con la música bastante alta pero, como estábamos bastante lejos, no molestaba como para impedirte el sueño. Lo que sí interrumpió nuestro descanso fue el frío. Pese a que nos habían dado unos edredones la temperatura cayó de una forma increíble y amanecimos ateridos.
Tras un agradable desayuno reemprendimos la marcha hasta séptimo lago. Esta fue la parte más dura porque hacía mucho calor y había que superar una considerable pendiente.
El paseo mereció la pena y, en el séptimo lago nos dimos un baño. Apenas había gente y resultó bastante agradable. Luego iniciamos el camino de regreso y en el sexto lago nos detuvimos a almorzar. Si el día anterior habíamos comido un pollo asado que Umed llevaba congelado en su mochila, hoy comimos una especie de longaniza.
Luego reemprendimos la marcha hasta el cuarto lago para pasar la noche en la casa de la Familia Najmiddin y, al día siguiente bajar hasta Shing, recoger nuestras bicicletas y reiniciar la marcha en bicicleta.