Dedicamos un día a visitar Kokand y aprovechamos para llevar las cámaras pinchadas a un taller de reparación donde unos niños las repararon. Eran ellos quien atendían el taller y se limitaron a poner pegamento en la zona del pinchazo, sin parche ni nada y, he de decir, que volvimos a usar esa cámara y aguantó el viaje perfectamente.
Dimos un largo paseo por la ciudad, visitando los puntos más relevantes.
El mercado fue una visita impresionante por la cantidad de oferta que había. Compramos fruta y hablamos con la gente.
Luego visitamos una madrasa y el cementerio. Paseamos entre sus tumbas y nos sentamos en la entrada, donde estaba toda la gente y alguien cantaba una triste canción que parecía una especie de mantra.
Visitamos una mezquita. Nos sentamos un rato sobre las alfombras que tapizan el suelo, mirando hacia la Meca. Un remanso de tranquilidad cuyo misticismo te trasmite mucha paz.
A la noche salimos a cenar al Restaurante Karvon Choyxona. Muy típico de aquí. La terraza llena de varones comiendo carne, no había ninguna mujer sentada y quienes servía era mujeres… muy amables. Comimos bastante barato. La cena, al cambio, aproximadamente seis euros por persona. Un buen plato de sopa de carne y verdura, que estaba buenísima, y unas brochetas de cordero, que acompañan con la grasa del rabo del cordero que es muy apreciado. Una exquisitez y como en todo Uzbekistan sin postre, pero al menos había cerveza. El dueño del restaurante se interesó mucho en nosotros con un perfecto inglés y hasta nos pidió el taxi y esperó hasta que llegara.
A la mañana siguiente de nuevo en la bici. Al poco de salir el camino se fue haciendo cada vez más estrecho hasta que se hizo intransitable. Había un canal y creo que Google y Komoot deben hacer las rutas con el satélite y debieron interpretar que el canal era una calle. Tuvimos que echar pie a tierra para cruzar el canal por una pasarela y recorrer 200 o 300 metros a pie junto a una vía de tren.
Tardamos un rato pero reencontramos la ruta y cruzamos por barriadas paralelas a la carretera central donde los niños jugaban a la pelota en la calle y, antes de alcanzar la frontera nos paramos a comer algo en un pueblo grande y muy bullicioso.
El día resultó aún mucho más entretenido porque pasar una frontera siempre le da un poco de interés a la cosa.
La verdad es que la frontera con Tayikistán estaba vacía. El guardia sorprendió a uno de nosotros haciendo una foto y se puso a revisar las fotos para borrarlas. Por lo demás pasamos bastante rápido con nuestros visados electrónicos que habíamos sacado desde casa. Apenas había tráfico. Tuvimos que descargar las bicis y pasar las alforjas por una cinta de seguridad y nosotros por el arco, pero por lo demás todo bien. Todo el mundo te pregunta por el Real Madrid y el FC Barcelona. Es lo único que parecen conocer de España.
La sorpresa del día es que, al llegar a Konibodom encontramos con facilidad el Hotel Vahdat (que supuestamente la agencia de viajes Buyod Tours había reservado para nosotros) y descubrimos que el hotel está cerrado. Fue un golpe bajo porque hacía un calor de escándalo y estábamos en Tayikistán donde no teníamos datos móviles para ponernos a buscar una alternativa. Con lo cual recurrimos al modo tradicional para buscar un alojamiento, esto es, preguntar a la gente. Resultó que el Hotel Dushambe estaba un poco más adelante en la misma carretera. Una avenida donde podría aterrizar un avión si se lo propusiera.
El Hotel resultó ser una casita regentada por una señora de mucho carácter con la que, para entendernos, tuvimos que hablar con su hija a través de su teléfono. Y es que resultaba que tampoco teníamos dinero tayiko. Le pagamos 50 dólares por habitación y luego llamó a un taxi para que nos llevara al centro y pudiéramos cambiar dinero.
El propio taxista quiso hacer negocio y en lugar de llevarnos a un banco nos llevo a hablar con un amigo suyo. Nosotros desconfiamos porque ya digo, no teníamos datos y no sabíamos a cuánto estaba el cambio y no queríamos arriesgarnos. Así que salimos del taxi, fuimos a un cajero de Western Union que había en la misma calle y sacamos dinero con nuestra tarjeta Revolut… sin ningún problema. Se acercaron persona a ayudarnos a entender el cajero, hasta que dimos con la tecla de cambiar al inglés y todo fue fácil.
Luego volvimos al hotel y nos dimos una ducha. Era un hotel sencillo pero en honor a la verdad hay que decir que estaba muy limpio.
La ducha te resetea, descansamos un poco y salimos a hacer una compra para el desayuno de la mañana siguiente y a cenar en un restaurante cercano. Había caído la noche y las anchas avenidas estaban prácticamente desiertas.