Llegamos a Tashkent en vuelo directo desde Madrid a las 4 de la mañana y en la misma termina compramos una tarjeta SIM de datos ilimitados para 1 mes que nos costó solo 16 euros. He de decir que el rendimiento que dio fue mejor que la de los compañeros que la habían comprado desde España por 60 euros.
Luego nos fuimos directamente al hotel que nos acogió sin problema, incluso a esa hora tan temprana pero, en lugar de meternos en la cama y descansar un poco salimos a la calle a conocer la ciudad como buenos turistas que somos. Los días de bicicleta todavía quedaban lejos.
No es que Tashkent sea una belleza pero tampoco es esa ciudad, de pasado soviético, que esperábamos. Quizás no tiene grandes monumentos pero las enormes avenidas, los parques y el orden y la limpieza que hay por todas partes la convierten en una ciudad agradable, en la que se puede pasear sin problema. Eso sí, es enorme.
Fuimos al Chorsu Bazari que es un mercado enorme donde se puede encontrar casi de todo y nos perdió entre sus puestos.
Hay una zona donde sirven comida y, aunque aún era temprano, nos comimos nuestro primer plov, y hay que decir que estaba buenísimo.
Solo llegar hasta allí significó un enorme pateo y nos volvimos al hotel a descansar. Tomamos en metro porque también es uno de los atractivos de la ciudad, dada su influencia soviética… pero la verdad es que las estaciones no nos impresionaron demasiado.
Al día siguiente pateo de nuevo y fuimos hasta la Mezquita Tillya Sheikh, donde pagamos 60.000 sum por persona por ver uno de los ejemplares del Corán más antiguos que existen y vimos también el Centro de Civilizaciones Islámicas.
Se trata de un edificio impresionante, de estilo neo-timúrida, pero que para nosotros no tiene mayor diferencia con el estilo timúrida clásico. Lo curioso es que el singular edificio se encuentra muy cerca del mercado Chorsu, con lo cual los dos días cruzamos la ciudad para ir más o menos al mismo lugar. Todo lo demás son grandes parques y avenidas.
