El tramo hacia Shield Bridge requirió madrugar para esquivar el tráfico. Habíamos tenido tan mala experiencia a nuestra llegada que ya imaginábamos lo peor para nuestra salida… y luego ocurre lo de siempre, cuando imaginas lo peor… que las cosas luego no son tan malas. Salir de la isla de Skye no una tortura como lo había sido la entrada. Había tráfico pero no sentimos tanta presión por parte de los coches. Es cierto que salimos temprano pero el día estaba más claro y los lagos reflejados montañas tienen la capacidad de calmarte.
Pasado el puente nos detuvimos a almorzar en el Hectors Bothy café. Una pequeña cafetería junto al mar y cuando retomamos la marcha, un poco más adelante tuvimos una avería que nos obligó a hacer otra parada al borde de la carretera.
Luego nos detuvimos en el Castillo de Eilean Donan, una imagen mítica de esa Escocia que todos tenemos en la cabeza… La Escocia de Los Inmortales, la Escocia de Christopher Lambert y Sean Connery, una Escocia de película que es la que uno andas buscando pero ya no existe. El Castillo se intuye a lo lejos al borde de uno de esos fiordos interminables. Un puntito que va creciendo y tomando forma. Luego, cuando lo alcanzas, no hay nada. Un par de tiendas, un aparcamiento y el tiempo necesario para hacer una foto y seguir adelante. El día fue eso.
Cuando llegamos a Kintail tuvimos que separarnos porque en el pequeño hotelito no había sino dos habitaciones libres, y dos de nosotros fuimos a dormir al albergue, al otro lado de la bahía.
También ese fue un paseo agradable porque no hay nada más que campo y mar a todo lo largo del camino. La verdadera presencia de la naturaleza tal como es, sin la intervención del ser humano.
