Temprano sacamos las bicicletas del cubículo en el que habían pasado la noche. Sospechábamos que las ratas debían haberse paseado libremente por ellas, curiosas por encontrar semejantes artilugios junto a los contenedores de basura.
Luego de nuevo a la ruta. Desde Stirling a Glasgow nos enfrentamos a cortas rampas de hasta el 14% que desafiaron a nuestras piernas y a nuestro espíritu…
pero fue un paseo bonito y, desde arriba había una bonita vista.
No siempre coincidíamos con la ruta que trazaba Komoot, pero la belleza del canal y la fuerza del viento en las montañas hacían olvidar cualquier contratiempo. Una caída en una vaguada comprobó el coraje del grupo, mientras que el"rescate" fue épico y divertido.
Glasgow nos recibió con sus grandes avenidas formando una especie de cuadrícula donde algunas de esas anchas calles forman largas y rectas pendientes que nos recordaban mucho a San Francisco. El hotel estaba junto a la estación y después de instalarnos nos metimos en una franquicia de Fish & Chips. La verdad es que estaba bien pero nos defraudó que le hicieran eso al pescado.
Luego pasamos un día entero visitando Glasgow. Una ciudad que nos llenó de juventud, de restaurantes italianos llenos de vida y pizzas que salían sin cesar. Visitamos el cementerio y su hermosa Universidad y fuimos a una Launderette a poner nuestra ropa al día.