de Inverness a Kingussie

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Nos tomamos un día de descanso en Invernes que aprovechamos para buscar una lavandería y poner nuestra ropa al día. Luego salimos a dar un largo paseo por la ciudad que, como no es demasiado grande, dedicamos a recorrer la orilla del río y una pequeña isla que tiene y en la que hay un hermoso parque.

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Luego callejeamos un rato, como es nuestro estilo, y encontramos una hermosa librería, atestada de ejemplares antiguos y toda clase de literatura. Nos gustó tanto que hasta compramos algún libro para cargar en nuestras alforjas.

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A la mañana siguiente salimos hacia Kingussie y en muchos tramos, disfrutamos de carril bici a pesar de ir por el campo. A lo lejos vimos varios puentes que nos recordaban mucho al de la película de Harry Potter pero la magia del día iba a ser la del villano Lord Voldemort… porque todo tuvo que complicarse de la manera más tonta.

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Al principio nos pareció una bobada: un Pinchazo. Uno como tantos que tienes en carretera y resuelves en 15 minutos. Pero esta vez no iba a ser tan fácil, porque unos kilómetros más allá tuvimos otro pinchazo… y de la misma rueda. Y para colmo era la rueda trasera que siempre da más trabajo: quitar las alforjas y sacar la rueda manchándote las manos al retirar la cadena. Así hasta 4 veces que se diría que estábamos encantados o nos habían echado mal de ojo. Y por mucho que revisábamos el neumático en busca de la posible causa no encontrábamos nada… tenía que tratarse de un encantamiento maligno.
A la quinta fue la vencida y al fin dimos con el cristal que, astutamente enclavado en la goma del neumático, nos había estado haciendo la puñeta. Pudimos sacarlo con una navaja. Se cuenta fácil pero de verdad es que estábamos desesperados y nos sentíamos idiotas. Y seguramente lo somos.

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Después todo fue más tranquilo. Un camino agradable en el que cada uno pedalea a lo suyo, deleitándose en el paisaje y pensando en sus propios asuntos.

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Poco antes de llegar a Kingussie se divisa un hermoso Castillo, bastante bien conservado que, con la luz anaranjada del atardecer tenía un encanto especial.

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En Kingussie nos instalamos en el que fue para nosotros uno de los mejores alojamientos del viaje (junto con el de Dundee) y luego salimos a dar un paseo y cenamos en el McInnes House, un restaurante cercano que estaba muy bien puesto.

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