Parece que, a medida que nos acercamos al final de nuestro viaje el camino se va haciendo más amable con nosotros. Empezamos el día atravesando un enorme parque muy bien asfaltado con caminos por lo que solo circulaba gente haciendo deporte o paseando al perro o, como nosotros, en bicicleta. Una naturaleza exuberante y ua paz que te calmaba el espíritu.
Más adelante avanzamos por una carretera muy secundaria y bien asfaltada y, en muchas otras ocasiones, por un carril bici que avanza rodeado de naturaleza. Justo lo que uno esperaría de un viaje a Escocia.
Algún pinchazo en el camino que se resuelve fácil aunque, después de lo ocurrido en los días previos, con miedo a que se repita. Por lo demás… paisajes llenos de verdes y ocre, rebaños de ovejas, vacas que pastan plácidamente y alguna ruina que, entre la maleza, se muestra sugerente, como los rescoldos de un tiempo que fue grandioso y del que solo quedan las piedras.
Nos detenemos a contemplarlo abrumados por la grandiosidad de que debió haber tenido… porque parece imposible que tanta hermosura pudiera llegar a ser abandonada de ese modo. Pero es el caso. El aislamiento y el frío debieron hacer desistir a sus propietarios… con esa amargura seguimos adelante y encontramos nuevos paisajes.
Dundee es una gran ciudad y, lo primero que hacemos cuando llegamos, es paréanos a comer algo. Un frugal lunch en un restaurante al borde de la avenida marítima.
Luego seguimos adelante buscando una tienda de bicicletas para comprar algunas cámaras para nuestras bicics. Hemos pinchado tanto estos días y estamos tan cerca del final del viaje que no nos apetece poner parches a estas alturas. La encontramos en el paseo marítimo y son muy amables.
Luego callejeamos un poco hasta encontrar nuestro hotel, que está bastante céntrico y es precioso. Nos instalamos y salimos a dar un paseo y a cenar. Cae la noche muy pronto y, cuando salimos, ya todo está oscuro y la ciudad prácticamente vacía. Vemos los grandes edificios como sombras que tenemos que imaginar y nos cuesta un buen rato encontrar dónde cenar… pero al fin lo encontramos.
