La siguiente ruta fue una de las mas largas del viaje… casi noventa kilómetros hasta Crianlarich, a través de Loch Lomond y el parque Trossachs.
Loch Lomond es la escapada perfecta para los habitantes de Glasgow, tiene todo lo que hace falta para el ocio del fin de semana pero cuando el verano ha pasado los comercios y negocios se recogen y parece que no tiene vida… que está ahí solo para que lo miren.
La etapa resultó larga pero con paisajes hipnotizantes. Buena parte del camino transcurría por una carretera que avanza en paralelo al lago, pero nos separaban de él grandes arboledas por lo que en pocas ocasiones podíamos disfrutar de sus vistas. Cuando lo hacíamos el agua y la montaña se fundían en un espectáculo silencioso.
Nos detuvimos a almorzar en uno de los pequeños pueblos del camino, alrededor del cual la arboleda se abría y quedábamos totalmente expuestos al espejo del lago.
Crianlarich resultó ser un pueblo desperdigado en torno a una carretera. Daba la impresión de un pueblo de montaña. Visitarlo fue pasear por la larga recta que lo cruzaba de punta a punta.
Entramos en un pequeño pub muy animado y un camarero mexicano nos atendió muy risueño. Cenamos venado estofado. Una velada de vino tinto con hielo y un largo debate, al estilo escocés, hasta que con la barriguita llena quedamos exhaustos pero felices.
